¿Quién puede matar a un perro?

"La Razón" 12/03/2017

«Los informes veterinarios no dejan lugar a dudas, ya que concluyen que es una práctica brutal [cortar el rabo a los animales domésticos]», explica Chesús Yuste, coordinador de la Asociación Parlamentaria de Defensa de los Animales (Apdda)

Abandonados, desnutridos, con las patas amputadas, los ojos arrancados, asesinados a patadas, a botellazos, calcinados... Todos los días se denuncian salvajadas similares. A ellas hay que sumar los sacrificios de animales que acaban en las perreras, una práctica únicamente prohibida en Cataluña y desde febrero en Madrid.

«Sólo este fin de semana han entrado 30 animales» en la protectora, explica Carolina Corral, presidenta de la Asociación para la Liberación y el Bienestar Animal (ALBA). Además de acudir cada vez que reciben el aviso de la Guardia Civil o de la Policía también aceptan animales de otras protectoras siempre que pueden. Un ejemplo de maltrato es el de Norta. «La Policía nos llamó porque tanto Norta como Marea vivían en el tendedero de una cocina. No podían ni ver la calle, porque había un muro, tampoco los sacaban a pasear. Vivían sobre orines y heces y cuando llegamos tenían miedo, todo apunta a que les daban palizas. De hecho, Norta mordió a Marea por el estrés, que hubo que ingresarla por las heridas».

El maltrato y el abandono son dos delitos castigados con prisión el primero, y pena de multa, el segundo. Hoy, el Código Penal establece entre seis y 18 meses de prisión si como resultado del maltrato se causara la muerte del animal (art. 337.3, por ser un maltrato agravado) e inhabilitación especial de dos a cuatro años. Y de tres meses a un año de cárcel, cuando el maltrato les cause lesiones que menoscaben gravemente su salud, así como inhabilitación de uno a tres años. Es decir, nada que ver con el artículo 632 del Código Penal de 1995 que lo consideraba una mera falta castigada sólo con pena de multa. Antes de ese año, ni eso. En Alemania, la pena es de hasta tres años de prisión, en Reino Unido, seis meses, en Colombia, de 12 a 36 meses y en EE UU depende del estado. En Alabama, Nicholas Lynn Patterson fue condenado a 99 años de prisión por 75 cargos de crueldad. A su vez, el abandono conlleva en nuestro país una pena de multa de uno a seis meses, tal y como quedó recogido en el artículo 337 tras la LO 1/2015, en el que se tipifica por primera vez la explotación sexual de animales o el maltrato en peleas de gallos o perros. Sin embargo, es muy complicado que alguien entre en prisión por maltratar a un animal. Por ejemplo, Sergio F. A., vecino de Santander y que mató a patadas a su perro Blas, sólo fue condenado a ocho meses, una pena insuficiente como para entrar en la cárcel. Sólo ingresó y durante menos de dos meses Eugenio Sánchez. Matar a golpes a su caballo Sorky das Pont le salió barato: entró a mediados de octubre de 2015 y fue excarcelado a principios de diciembre, después de que el fallo fuera revocado por la Audiencia Provincial de Baleares al estimar el recurso de apelación del condenado, al que previamente la Justicia le penó con ocho meses sin posibilidad de suspensión de la pena o de sustitución por trabajos en beneficio de la comunidad. Tampoco ha ingresado aún en prisión la presidenta del centro Parque Animal en Torremolinos, Carmen Marín, condenada a tres años y nueve meses por maltrato animal y falsedad documental, y que, según la acusación, provocó la muerte cruel de casi 2.200 animales. Ella y el otro acusado han recurrido, explican desde el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía.

Carmen podría ser la primera mujer en entrar en prisión por maltrato animal, después de que el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil demostrase que había un sacrificio indiscriminado de animales por motivaciones económicas a sabiendas del sufrimiento que infligían. El siguiente: «Roberto González Gálvez, realero de Villa del Prado, acusado de maltratar a 55 perros, por los que El Refugio, como acusación particular, pedimos 40 años de prisión, ya que una de las últimas reformas del Código Penal, que entró en vigor en diciembre de 2010, permite acusarle de un presunto delito de maltrato por cada uno de los perros. A lo largo de este año tendrá lugar el juicio», asegura Nacho Paunero, presidente de El Refugio.

«Cada vez hay más denuncias, porque la sociedad está más concienciada. Pero las penas que está poniendo la Justicia son inferiores a las que contempla la ley», explica Matilde Cubillo, presidenta de Justicia Animal.

Sin embargo, las barbaridades no sólo no cesan, sino que van en aumento. El Seprona realizó en 2016 más de 12.400 actuaciones contra el maltrato animal, que dieron lugar a 490 detenidos o investigados, así como 11.729 infracciones administrativas. Las víctimas, en la mayoría de los casos, fueron perros. Una operación relevante fue «Chira», que se saldó con 182 canes intervenidos, el hallazgo de 46 cadáveres de cachorro y cinco sujetos detenidos e investigados en Huesca. En 2015, entre las infracciones y delitos detectados hay que reseñar los 450 perros que fueron abandonados; los 23 ahorcados; los 44 víctimas de golpes o palizas de los que 23 fallecieron; los 47 heridos con armas de fuego de los que 27 murieron y 115 perros envenenados. A estas cifras habría que sumar los 97 encontrados en estado de desnutrición y los 353 víctimas de sustracciones. Con respecto a años anteriores, hay que destacar que ha habido un aumento en los casos de delitos de maltrato o abandono de mascotas (294 casos en 2014).

El jueves se espera que el Pleno del Congreso debata si finalmente se prohíbe en toda España cortar el rabo a los animales domésticos, último escollo que queda por ratificar del Convenio Europeo para la Protección de los Animales de Compañía que se firmó hace 30 años y que busca garantizar la salud y bienestar de las mascotas. Aunque a priori todos los partidos estaban a favor salvo el PP, el miércoles este partido consiguió el respaldo de ERC y el PNV. «Los informes veterinarios no dejan lugar a dudas, ya que concluyen que es una práctica brutal», explica Chesús Yuste, coordinador de la Asociación Parlamentaria de Defensa de los Animales (Apdda).

Por cierto, ¿se imagina que cuando sus hijos sean mayores les abandonaran en una gasolinera (desgraciadamente también ocurre)? 104.501 canes fueron recogidos en 2015 en la vía pública, según la Fundación Affinity. Sólo el 24% llevaba microchip. Y se siguen comprando mascotas, no adoptadas, a pesar de que cada cuatro minutos se abandona una en España y con suerte acaban en una protectora.

Britani: Salvada de la eutanasia

En ALBA aceptan animales de protectoras siempre que pueden. Es el caso de la tranquila Britani, Debla (que no tienen ni un año, de abril de 2016), el movido Wibor y Nelly. «Entraron el pasado 3 de febrero procedentes de una perrera de Lucena (Córdoba). Nos llamó una socia pidiendo ayuda para salvarlos de la eutanasia porque a la siguiente semana tenían la “cita” con la muerte. Le dijimos que trajera los que pudiera y vino con los cuatro», explica Corral. Debla y Nelly han sido adoptados ya. Pero se necesita una familia para Britani y para Wibor.

Danvers: El síndrome de Noé de su ex dueño

Cadillac: Abandonada por unos okupas

Hay diferentes grados de abandono. Cadillac, por ejemplo, una mestiza de pastor alemán, ingresó después de que los vecinos denunciasen que los okupas que se habían colado en un chalet de la zona habían dejado al perro solo sin comida ni bebida. «No llega a ser por el aviso y podía haber muerto de inanición», explica la presidenta de la protectora ALBA. «Es una práctica habitual de los okupas, más frecuente de lo que pensamos, la verdad», asegura Corral. Lleva ya cuatro años en ALBA. Pesa 28 kg, es tranquila, tragona y cariñosa. Y le gusta posar.

Cantón: Su pesadilla empezó al separarse sus dueños

La pesadilla de este perro comenzó cuando sus dueños se separaron. «Está en ALBA desde enero de 2016. Tiene siete años. El hombre lo metió en una residencia pero no dejaba que lo atendiesen, a pesar de que tenía un problema renal. Era la guerra con su ex. Ella, al principio, lloraba y decía que él no le dejaba quedárselo, pero lo cierto es que ninguno de los dos lo quiere. No han venido a verle ni una vez desde que está aquí ni han ayudado con un euro. Si no se le hubiese cambiado el pienso, entre otras cosas, hubiera acabado teniendo una insuficiencia renal».


[VER ARTÍCULO]