Chesús Yuste, portavoz de APDDA: “Ojalá haya sorpresas, pero no lo esperamos, porque su postura ha
sido siempre la de no prohibir y no promover, algo que quizás deberían empezar
a replantearse”
Lucía Villa - “La especie humana, en su soberbia,
ha olvidado casi todo lo que la hace humana. Utilizamos a los animales para
comerlos, para el trabajo, los usamos para divertirnos, para maltratarlos
innecesariamente. Está tan arraigado el desprecio por los animales y que son
algo utilitario, que el reto es inmenso. Hay que cambiar esa soberbia de la
especie que se siente impune para maltratar. Hay que empezar a considerar a los
animales iguales, pero iguales en todo, en inteligencia, en sensibilidad, en
derecho a la vida. La reflexión es que necesitamos un cambio antropológico
radical, necesitamos una cura de humildad en la especie, esta especie que está
dispuesta a acabar con todo no se sabe muy bien para qué”.
El párrafo anterior forma parte de una aplaudida
intervención que José Guirao, hoy ministro de Cultura, pronunció hace más de
dos años durante el acto de presentación de la plataforma Capital Animal en la
Casa Encendida de Madrid. No es sólo un discurso animalista; sus palabras están
en la base de los postulados antiespecistas —un movimiento que no cree en la
superioridad de la especie humana frente a otras especies por el mero de hecho
de serlo— y marcan un abismo frente a cualquier referencia a la sensibilidad
animal de anteriores gobiernos.
No es el único en el nuevo Ejecutivo de Pedro Sánchez. La
ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, remarcó en una de sus
primeras entrevistas la necesidad de atender desde las instituciones a los
debates sobre las macrogranjas, la alimentación a base de carne, los circos o
los espectáculos taurinos o de divertimento. “Yo desde luego tengo claro que el
nivel de protección en términos de bienestar animal tiene mucho recorrido para
ser mejorado”, dijo.
También el ministro del Interior, Fernando
Grande-Marlaska —que convive con tres perros adoptados y que en 2016 recibió el
premio Bienestar Animal que otorga el Colegio Oficial de Veterinarios—se ha
mostrado partidario de prohibir la compra de animales o de una ley estatal de
bienestar animal que aúne criterios entre las diferentes comunidades, por
ejemplo. Hasta el presidente, contrario a la celebración del Toro de la Vega,
ha declarado en varias ocasiones que nunca irá a una plaza de toros.
Por eso, no es de extrañar que las expectativas sean
amplias. El PSOE ha impulsado iniciativas contra el maltrato en los circos y
entre sus propuestas electorales figura la de una ley marco de bienestar animal
o un endurecimiento del Código Penal para erradicar el maltrato. Pero Chesús
Yuste, exdiputado y actual presidente de la Asociación Parlamentaria en Defensa
de los Derechos de los Animales (APDDA), recuerda sus limitaciones.
“No creo que haya grandes cambios en la tauromaquia”,
advierte. “Ojalá haya sorpresas, pero no lo esperamos, porque su postura ha
sido siempre la de no prohibir y no promover, algo que quizás deberían empezar
a replantearse”.
También Laura Duarte, portavoz del partido animalista
Pacma, reconoce que esperan “poco” en este sentido: “Es verdad que ha habido un
cambio y los nombramientos en el Gobierno son una buena señal que no habíamos
tenido hasta ahora, pero el PSOE ha aprobado siempre la tauromaquia y hay que
recordar que dentro del propio Ejecutivo hay diferentes sensibilidades en este
tema; la vicepresidenta, Carmen Calvo, es una gran aficionada a los toros”,
lamenta.
El PP blindó por ley las corridas de toros al declararlas
“patrimonio cultural” en 2013, una normativa que sirvió para frenar los intentos
de prohibirlas por parte de algunas comunidades y que permite financiación para
un sector que cada año ve descender el número de aficionados. Pero Pedro
Sánchez nunca ha tenido previsto derogarla.
Su escasa representación en el Parlamento y la previsible
falta de apoyo a una medida como esa hacen casi inviable plantearla.
“Hay que ser conscientes del contexto en el que estamos,
pero sí que son importantes los gestos. El Gobierno puede dejar de otorgar la
medalla de Bellas Artes a toreros o retirar las ayudas que se dan a las
escuelas taurinas”, afirma. “Acoger a los migrantes del Aquarius no supone un
cambio en la política migratoria, pero sí deja claro un mensaje; y con los
animales puede suceder lo mismo”.