"El País" 12/01/2019
“Es un fenómeno
imparable”, asegura Chesús Yuste, portavoz de la Asociación Parlamentaria en
Defensa de los Derechos de los Animales APDDA
En el mundo quedan unos
900.000 búfalos africanos frente a 1.500 millones de vacas o 50 millones de
pingüinos frente a 20.000 millones de gallinas. “¿Por qué una sola especie (el
hombre) se arroga el derecho a tratar así a las demás?” se pregunta Jorge
Riechmann, profesor de filosofía moral de la Universidad Autónoma de Madrid, en
referencia a la crianza industrial de animales para la alimentación y a la
destrucción de ecosistemas que está diezmando a muchas especies.
Una cuestión que se
plantean cada vez más personas, muchas de ellas convencidas de que son seres
que sienten (dolor, alegría) y de que son sujetos de derechos como el de vivir
en libertad igual que lo hace el hombre. Las granjas de animales, los
espectáculos taurinos, los zoológicos, la industria de la piel, los circos con
animales o la caza, se encuentran en su punto de mira.
En el polo opuesto, se
encuentran los detractores del movimiento que se defienden y reaccionan, como
demuestran dos de los puntos del acuerdo de gobierno de Andalucía firmado entre
el PP y Vox. El número 34 pide apoyar la tauromaquia por ley, al ser una fuente
de riqueza y empleo, en su triple vertiente: dehesa, patrimonio histórico y
artístico. Y el 36 reconoce "a importancia de la actividad cinegética para
el mantenimiento de nuestro medio rural y la conservación de la fauna y los
espacio.
A pesar de la controversia, la fuerza del
movimiento animalista ha quedado patente esta semana en Bélgica, que se ha
sumado a la lista de países que obligan al aturdimiento previo del ganado en
los sacrificos por los ritos halal (musulmán) y kosher (judio). A ello se ha
sumado, también esta semana, la ratificación de la Corte Suprema de Estados
Unidos de la prohibición de vender foie gras en California por el maltrato que
se infringe a las ocas.
“Es un fenómeno
imparable”, asegura Chesús Yuste, portavoz de la Asociación Parlamentaria en
Defensa de los Animales APDDA, responsable en gran medida de la propuesta de
ley parlamentaria, aprobada en diciembre por unanimidad, que modificará el
Código Civil para que los animales dejen de ser considerados cosas y aparezcan
como seres vivos dotados de sensibilidad. Se sigue así la estela —con retraso—
de países de nuestro entorno como Alemania, Suiza, en Francia o Portugal, en
2016. Colombia, Guatemala, Nicaragua, Honduras o Perú también califican a los
animales como seres “sintientes” en sus textos legislativos.
El último Eurobarómetro
sobre bienestar animal realizado en 2016 corroboró la preocupación de los
europeos: el 75% considera necesario mejorar las condiciones de vida de los los
animales de granja (en España sube al 80%). Sin embargo, el 90% no estaría
dispuesto a pagar más por ello.
El brazo político de la
lucha animalista en España, el partido PACMA, todavía no ha conseguido representación
parlamentaria, pero elección tras elección continúa su avance. Silvia Barquero,
su portavoz, está convencida de que darán el salto en las europeas. “Nuestro
objetivo es que la sociedad considere a los animales como sujetos de derechos
con leyes que les protejan”, concreta.
Barquero señala como
logro más importante del movimiento animalista en España “la abolición del Toro
de la Vega en 2015 gracias a la presión social”. Hasta entonces, el animal era
lanceado hasta la muerte. Otra cuestión, más complicada, es conseguir la
prohibición de las corridas de toros, que une a ecologistas y animalistas.
Natalia Jaraba,
veterinaria y miembro de la Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la
Tauromaquia y del Maltrato Animal (AVATMA) no se considera “animalista” ni le
gusta el término. “Yo actúo de acuerdo a mi profesión y a mi ética y protejo
por igual a todas las especies ya sean domésticas o silvestres”, aclara. A lo
largo de su vida laboral ha presenciado numerosos sacrificios “con y sin
aturdimiento”. “Por eso puedo asegurar que los animales a los que no se les
aturde sufren un largo rato de agonía, dicho esto con todo el respeto a las
religiones”.
Opina, además, que la
única opción para frenar los intensos niveles de producción de animales y a sus
consecuencias negativas para la salud humana, animal y para el medio ambiente
es disminur el consumo y favorecer una producción más local y respetuosa. En
esta línea, parte de la sociedad ya ha abrazado la dieta vegetariana o la
vegana, esta última, además de eliminar completamente el consumo de carne o
pescado, contempla un estilo de vida que busca evitar el sufrimiento, maltrato
y muerte de los animales.
Un estudio de la
consultora Lantern de 2016, en el que realizaron 2.000 entrevistas telefónicas,
concluye que un 7,8% de la población residente en España mayor de 18 años es
veggie. Tres son las razones que impulsan esta elección: el 57% de los
consultados señaló motivos éticos y animalistas, el 21% se decantó por la
sostenibilidad y el 17% adujo motivos de salud.
Jaume Bernis, ganadero
con una explotación de 1.200 cerdas madres y responsable del sector porcino de
COAG en Bruselas, respeta “las dietas que apartan la carne del plato y el
animalismo”. No comparte, sin embargo, que se ataque a los ganaderos porque se
“trate mal a los animales”. “En 30 años se ha producido un cambio
impresionante, sobre todo en los últimos 10, en cuanto a las condiciones en las
que se encuentran. “En el caso de los cerdos, tienen más espacio o
humidificadores para bajar la temperatura en verano”, pone como ejemplo.
El debate está abierto,
incluso dentro de las propias organizaciones conservacionistas. Teo Oberhuber,
coordinador de Ecologistas en Acción explica que ellos no se identifican con el
movimiento animalista. “Es una corriente que tiene una base más sentimental,
mientras que la nuestra es más científica”, aclara. Quizá sea este el motivo
del crecimiento del animalismo que, señala Oberhuber, “atrae a más gente que
nosotros”. “El dolor es más sencillo de entender que cuestiones más científicos”,
puntualiza. Aún así, comparten puntos de vista, por ejemplo, “la protección del
lobo o el rechazo de los toros”. Por eso, “tenemos que aprender mutuamente,
porque estamos abocados a entendernos”.