24/06/2013 - Pipo
se interpuso entre su familia de acogida y una galga mestiza que había contraído
la rabia, para salvar a uno de sus miembros. El perro no fue herido, sólo
recibió un pequeño arañazo. Sin embargo, Pipo fue sacrificado injustamente, según
ha denunciado APADAT, la protectora a la que había pertenecido el animal.
Dado
que no se podía saber si Pipo había contraído la rabia, APADAT solicitó la
suspensión del sacrificio y que, a los veinte días de su revacunación, se le
realizara de nuevo otra analítica, para comprobar si había hecho efecto la
vacuna, ya que no era posible saber si había contraído la enfermedad, hasta que
presentara síntomas.
A
pesar de las recomendaciones de la protectora para salvar al perro de una
muerte injusta, se ejecutó la orden de la Junta de Castilla La Mancha, en la
Perrera de Numancia, donde Pipo estaba en cuarentena.
El
caso de Pipo debe ser ejemplo para no repetir sacrificios injustos. Los mismos
veterinarios certificaron que no se pueden hacer las pruebas de la rabia, a los
pocos días de administrar la vacuna de refuerzo, ya que ésta no hace efecto
hasta por lo menos 20 días después. Por tanto, las pruebas que se le hicieron a
Pipo no tenían fiabilidad.
APDDA