APDDA se ha adherido al Convenio
de Colaboración Institucional para el asesoramiento técnico y científico en el
proceso de transformación, en el que participan organizaciones locales e
internacionales
Concha López - El pasado 3 de julio murió el oso polar Arturo
en el zoo de Mendoza (Argentina). El que fue considerado “el animal más
triste del mundo” nunca fue liberado de su encierro, en unas
condiciones que fueron reiteradamente denunciadas por asociaciones
animalistas y conservacionistas. Había nacido en 1985 en Estados Unidos y
vivió cada uno de los días de su vida sin poder dar más de unas pocas
zancadas. Todo zoo es una cárcel, todo espacio artificial se queda
pequeño en comparación con el hábitat natural de un animal, y la
ridícula piscina en la que Arturo apenas podía aliviar las altas
temperaturas de esa región argentina era el paradigma del sufrimiento.
La soledad de su cuerpo tendido sobre un bloque de hielo sobre el
cemento dio la vuelta al mundo como definición gráfica del sinsentido
que implica encerrar a un animal para poder contemplar lo que la
cautividad hace de él.
El oso Arturo dio triste fama
mundial al zoo de Mendoza, y ahora ese zoo ha iniciado su reconversión,
aplaudida por quienes llevan años trabajando en ese objetivo. De
momento, sus cuatro elefantes podrán ser trasladados a un santuario en
Brasil. Guillermina, Pocha, Tami y Kenya podrán terminar su vida en la
selva del Mato Grosso en compañía de otros de su especie.
Su situación es tan triste como la que padeció Arturo.
Kenya, hembra de elefante africano, vive sola en un reciento, algo por
sí solo cruel dada la complejidad de los vínculos afectivos de estos
animales. Su frustración constante la lleva a estirar todo su cuerpo,
poniéndose incluso en peligro, intentando sin éxito alcanzar con la
trompa las hojas de los árboles al otro lado del foso que rodea su
encierro.
En otro recinto, dividido en dos, viven en un lado Pocha y
Guillermina, madre e hija, y en otro Tami, macho, padre de Guillermina.
El espacio es en sí mismo un foso, de forma que viven rodeados por una
pared que solo pueden superar con su mirada. Tami pasa la vida
arrancando piedras que arroja contra quienes pasan cerca, y el parque
tuvo que ser cerrado ante la imposibilidad de garantizar la integridad
física de los animales y de los visitantes.
Guillermina nació allí, solo ha conocido ese foso, y tiene tal pánico a
salir de él que cuando han intentado pasarlas a la otra parte del
recinto para que ellas tuvieran la parte un poco más amplia y dejar a
Tami en la pequeña, ella ha bloqueado el paso a su madre haciendo
imposible la salida de ambas. Ahora los responsables del zoo tendrán el
asesoramiento, entre otros, de Scott Blais, experto en estos animales,
que supervisará todo lo necesario para el traslado de los cuatro a un
santuario en el que podrán disfrutar de 1.100 hectáreas de selva
compartidas con otros congéneres y vivir de una forma lo más parecida
posible a su hábitat natural.
En el zoo de Mendoza está también Cecilia, la primera chimpancé a la que se ha reconocido el Habeas Corpus en una histórica sentencia
que ordenó su traslado a un santuario. Este mismo jueves las
autoridades locales anunciaban el comienzo de la cuarentena previa a ese
traslado. Cecilia vive cautiva desde hace treinta años, los últimos en
absoluta soledad, pisando solo unos pocos metros de cemento.
"La situación actual de Cecilia nos conmueve. Si atendemos a su
bienestar, no será Cecilia quien estará en deuda con nosotros, sino
nosotros quienes deberemos agradecerle la oportunidad de crecer como
colectividad y de sentirnos un poco más humanos", decía en su resolución
la jueza María Alejandra Mauricio. Su sentencia se une a la que otra
jueza dictó en Buenos Aires en 2014 y que declaraba "persona no humana" a
la orangutana Sandra.
La reconversión será posible
gracias a la aprobación, por 20 votos a favor y 15 en contra, de la ley
que aporta el marco jurídico para ese proceso. Justo antes de la
votación en el Senado de Mendoza, las autoridades de la región firmaron
una Carta de Intención como preámbulo de un Convenio de Colaboración
Institucional para el asesoramiento técnico y científico en ese proceso
de transformación, en el que participan organizaciones locales e
internacionales, entre ellas ZooXXI.
ZooXXI es una propuesta internacional para adaptar los parques zoológicos “a la ciencia y a la ética de nuestra época”, mediante un “cambio de paradigma” que no se limite a medidas de bienestar animal. Plantean que esos centros se dediquen a dar cobijo y atención a animales heridos, incautados o rescatados, educando a los visitantes sobre la fauna autóctona. Proponen enviar a santuarios y reservas a todos los animales que sea posible, que las decisiones se tomen en comités con especialistas de la sociedad civil y que sean las tecnologías virtuales las que permitan conocer a los animales tal como son y como se comportan en sus hábitats naturales. Quieren fomentar la educación basada en la empatía y en la cultura de la paz, enseñando la importancia de la especie pero también el respeto al individuo como ser capaz de sentir, de sufrir y de disfrutar.
ZooXXI es una propuesta internacional para adaptar los parques zoológicos “a la ciencia y a la ética de nuestra época”, mediante un “cambio de paradigma” que no se limite a medidas de bienestar animal. Plantean que esos centros se dediquen a dar cobijo y atención a animales heridos, incautados o rescatados, educando a los visitantes sobre la fauna autóctona. Proponen enviar a santuarios y reservas a todos los animales que sea posible, que las decisiones se tomen en comités con especialistas de la sociedad civil y que sean las tecnologías virtuales las que permitan conocer a los animales tal como son y como se comportan en sus hábitats naturales. Quieren fomentar la educación basada en la empatía y en la cultura de la paz, enseñando la importancia de la especie pero también el respeto al individuo como ser capaz de sentir, de sufrir y de disfrutar.
La Carta de Intención fue además suscrita por el Santuario Equidad, ubicado en la provincia de Córdoba, también en Argentina; por la Asociación Animalista LIBERA! Internacional; la fundación local Defensa Vegana; y la Fundación Franz Weber.
“El zoo de Mendoza tiene la peor prensa de la historia debido a las
condiciones en que vivió y murió el oso polar Arturo, y justamente nos
acercamos a ayudar porque ahora puede convertirse en todo lo contrario y
acabar siendo un referente internacional en materia de reconversiones",
argumenta Leonardo Anselmi, coordinador internacional de ZooXXI.
Entre otros informes, ZooXXI ha proporcionado criterios para la
evaluación del traslado de animales, informes sobre los problemas de la
cautividad en elefantes, osos y grandes simios, más un listado
recopilatorio de más de 2.500 santuarios y reservas en el mundo. Todos
estos informes, protocolos y dossieres técnicos están ya a disposición
del zoo de Mendoza y se sumarán a un constante ejercicio de
asesoramiento directo y colaboración mutua en la realización de nuevos
estudios.
Además de los firmantes, al Convenio se han
adherido una veintena de organizaciones nacionales e internacionales de
ámbitos diversos como la ciencia (AVATMA, Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y del Maltrato Animal; CoPPA, Coordinadora de Profesionales para la Prevención de Abusos; Elephants Voices; y Global Sanctuary for Elephants); la educación (ADDIA, Asociación para la Defensa de los Derechos de la Infancia y la Adolescencia; CAE Centre for Animals Ethics, Universidad Pompeu Fabra; PRODA, Profesionales por la Defensa Animal); la política ( PARDA, Parlamentarios por la Dignidad Animal, de Chile; APDDA (Asociación Parlamentaria en Defensa de los Animales, de España); el
periodismo y la comunicación (el programa de televisión ‘Alerta Verde’
en C5N y el Portal Noticias Ambientales, en Argentina; y este blog, ‘El
caballo de Nietzsche’ en eldiario.es, en España); el arte y la cultura ( Capital Animal); y el movimiento animalista (plataforma civil ALTO, Colombia; Santuario de Elefantes, Brasil; Animais da Rúa, Portugal; Quinta das Águias, Portugal; Mercy for Animals, Latinoamérica).
Los firmantes de ese Convenio y quienes lo respaldamos confiamos en que
el zoo de Mendoza compense al menos una parte de su su triste historia
con una reconversión modélica que abra el camino a otros centros
similares en todo el mundo. Que las cárceles de inocentes dejen de
existir, que las nuevas tegnologías ocupen el espacio de las jaulas, que
la empatía sustituya a la explotación. Que los zoos, tal como los
conocemos hoy en día, sean un mal sueño del pasado. Que no haya más
Arturos, ni Cecilias ni Sandras. Que no haya más animales tristes al
otro lado de unas rejas, de una zanja, de un cristal.