APDDA se ha adherido al Convenio
de Colaboración Institucional para el asesoramiento técnico y científico en el
proceso de transformación, en el que participan organizaciones locales e
internacionales
Concha López - El pasado 3 de julio murió el oso polar Arturo
en el zoo de Mendoza (Argentina). El que fue considerado “el animal más
triste del mundo” nunca fue liberado de su encierro, en unas
condiciones que fueron reiteradamente denunciadas por asociaciones
animalistas y conservacionistas. Había nacido en 1985 en Estados Unidos y
vivió cada uno de los días de su vida sin poder dar más de unas pocas
zancadas. Todo zoo es una cárcel, todo espacio artificial se queda
pequeño en comparación con el hábitat natural de un animal, y la
ridícula piscina en la que Arturo apenas podía aliviar las altas
temperaturas de esa región argentina era el paradigma del sufrimiento.
La soledad de su cuerpo tendido sobre un bloque de hielo sobre el
cemento dio la vuelta al mundo como definición gráfica del sinsentido
que implica encerrar a un animal para poder contemplar lo que la
cautividad hace de él.